Sacsayhuaman, misteriosa fortaleza cerca de Cusco, Perú


Hay que acercarse hasta el sur de América y descubrir las impresionantes ruinas de Sacsayhuaman. El viaje seguramente incluirá otros países y las bellezas de Lima y Machu Pichu, pero cerca de Cusco se guardan celosamente uno de los conjuntos de ruinas más misteriosos del mundo.

El conjunto arquitectónico está ubicado al norte de Cusco, apenas unos dos kilómetros y según la arqueología comenzó a construirse en el siglo XV. Es una “fortaleza ceremonial” ubicada hoy a 3.700 metros sobre el nivel del mar y ocupa un área de 3.093 hectáreas, en un valle, rodeado de las montañas Pachatusán, Ausangate y Cinca. Es impresionante porque los muros están construidos con piedras enormes (la más grande mide 9 metros), y sin argamasa alguna. Es imposible siquiera colar una hoja de papel en sus uniones y aún hoy no se tiene bien en claro cómo se ha logrado este pulido excepcional de la piedra.

Nadie sabe tampoco como fueron colocadas unas sobre otras, como se transportaron y en realidad, cuál fue el objetivo principal de esta fortaleza. Además de los tres muros vemos también otras construcciones que parecen ser anfiteatros, túneles subterráneos y hasta toboganes de piedra en los que nos podemos deslizar. Algunos piensan que la construcción es de carácter religioso, otros que es militar, pero en resumidas cuentas son especulaciones, algunas de mayor rigurosidad científica que otras.

Sacsayhuaman está dividida en áreas distintas, a saber el Radadero, el trono del Inca, Warmi K’ajchana, el Baño del Inca, anfiteatros, Chincana y Base de Torreones, por ejemplo. Algunas construcciones apoyan el punto de vista militar del lugar y otras hablan de multitudinarias festividades religiosas. Como sea, Sacsayhuaman despierta el asombro y la pregunta sin respuesta. ¿Qué sentido tuvo esta construcción? ¿Es más antigua de lo que se dice? ¿Cómo se trasladaron las piedras hasta este lugar? ¿Qué tecnología lo hizo posible?

La Isla del Diablo(Leyenda Argentina)


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No ha sido la de San Brandán o San Borondón la única isla viajera; sólo ha sido la más famosa. En la costa argentina, a una legua poco más o menos al este de la ciudad de Goya, existe una isleta que antiguamente cambiaba también de situación, si bien no llegaba a desaparecer como aquélla: es la Isla del Diablo.

Según la tradición, esta isla fue, en otra época, un islote fantasma. Unas veces aparecía más al Norte, otras más al Sur, y nunca se estaba fija en el mismo punto. Este cambio constante de situación no constituía, sin embargo, la principal dificultad para desembarcar en ella. El mayor obstáculo para el viajero que pretendiese poner la planta en la movediza tierra consistía en la ferocidad de sus habitantes: unos espíritus infernales capaces de amedrentar con sus gestos y gritos extraños al corazón más decidido y valiente.

Sometida a estos cambios de lugar y señoreada por tan horripilantes huéspedes, estuvo la isla durante muchísimo tiempo. Al cabo, estas condiciones cambiaron radicalmente. Un fraile misionero fue el autor de la benéfica variación.

Enterado de los fenómenos que en la isleta se daban e informando de la extraña naturaleza de los habitantes, concibió un proyecto para librar de maléficas influencias aquella porción de tierra. Su plan era un verdadero plan de conquista. Sin embargo, la expedición que organizó no presentó ningún aparato bélico. Su tropa estuvo constituida por fervorosos fieles que se dirigieron a la isleta rezando la más adecuadas preces; llevaba como enseña la más alta de todas -la de la Cruz- y como única arma, la del exorcismo.

Bendecida la tierra maldita, pudieron todos desembarcar en ella sin ninguna dificultad. Y desde entonces, la isla ya no ha vuelto a moverse.
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