Son muchos los testimonios de sucesos extraños en la delegación de hacienda de Vitoria, España, e incluso en los edificios que la rodean. Psicofonías grabadas en la segunda planta del edificio, de madrugada, donde claramente se escuchan los sonidos típicos de la algarabía de un recreo de un colegio.
Niños jugando y cantando canciones.
Supuestas grabaciones de vídeo donde se ve la figura de un niño ataviada con una especia de túnica. Vecinos que afirman escuchar risas de niños en la oscuridad la noche. Cosas que cambian de lugar, muebles que se mueven y que se encuentran tumbados sin que nadie haya accedido a esas salas. Manchas y figuras extrañas que aparecen en lámparas y en distintos lugares.
Un edificio conflictivo en sí mismo. Incluso por problemas con los guardias de seguridad, que no querían hacerse cargo de este lugar, se optó por eliminar la vigilancia humana y dar paso a la tecnología. Un caso todavía sin resolver que probablemente, todavía dé muchísimo que hablar.
Las apariciones del fantasma de “Andresito” nos lleva al corazón de Gasteiz, a la delegación estatal de Hacienda situada en la calle Olaguíbel. Según numerosos testigos, en este edificio mora el espíritu de un niño conocido como Andresito. En 1991, un periódico local dio cuenta de las primeras “apariciones en Hacienda”, hecho que, tal y como recuerda Enrique, fue motivo de bromas entre los vecinos de la capital alavesa.
“En aquella época había un grupo de vigilantes jurados que inspeccionaba el edificio por las noches y sus rondas dieron lugar a muchos testimonios”, asegura. Los hubo sencillos, en los que una puerta supuestamente cerrada aparecía abierta o una lámpara en teoría apagada quedaba finalmente encendida. Aquello se achacó a despistes y a la impresión que los techos altos, las amplias estancias en penumbra y el ambiente un tanto tétrico del lugar producen de noche, pero los sucesos continuaron.
Una noche de 1994, uno de los vigilantes que se encontraba en el puesto de control vio pasar a dos figuras bajando por las escaleras. Un hombre de edad avanzada y un niño, ambos cogidos de la mano. Después de darles el alto y explicarles que no podían permanecer en el edificio de madrugada, el vigilante optó por dirigirse a la vecina comisaría en busca de ayuda, ya que los intrusos no le respondían ni prestaban la menor atención. De vuelta, agentes y vigilante registraron el recinto sin encontrar rastro alguno del abuelo o del nieto.
Según el testimonio del guarda, era materialmente imposible que hubiesen abandonado el lugar, cerrado a cal y canto, sin que nadie se hubiera dado cuenta. La leyenda urbana concluye asegurando que los responsables de la Hacienda estatal decidieron instalar videovigilancia para eludir este tipo de incidentes.
La imagen del niño volvió a materializarse en numerosas ocasiones tanto en corredores como en habitaciones o despachos. Lo extraño es que muchos funcionarios aseguraban haberlo visto pero nadie era capaz de aportar datos sobre sus rasgos físicos o indumentaria. Nada que permitiera identificarlo o ubicarlo en una época concreta. Para no alarmar a quienes se acercaban al edificio, los trabajadores renunciaron a hablar de “el fantasma” y bautizaron al supuesto espectro con el nombre de Andresito. Tal fue el éxito del apelativo que el inmueble pasó a denominarse, en la jerga del funcionariado, como “el edificio de Andresito”.
La historia olvidada de este edificio explica que sus cimientos se alzan sobre el antiguo convento de San Francisco, fundado en 1200. Por una serie de circunstancias de orden urbanístico que nadie acierta a explicar, fue demolido en los años 30. Tras 20 años de abandono, el solar fue finalmente aprovechado en los 60 para edificar la actual delegación estatal de Hacienda y su construcción dio origen a esta serie de fenómenos extraños. El único resto del antiguo convento es un arco de piedra que aún se conserva dentro del patio de manzana que da a la parte trasera de la delegación. Varios vecinos de esta manzana aseguran haber oído por las ventanas que dan a este patio común a un niño reír y correr de madrugada. En los terrenos del antiguo convento reposaban los restos de ilustres gasteiztarras como Olaguíbel o Landazuri y, en la Edad Media, un cardenal que se encontraba de visita por Álava fue nombrado Papa la noche que pernoctó en este lugar.
Niños jugando y cantando canciones.
Supuestas grabaciones de vídeo donde se ve la figura de un niño ataviada con una especia de túnica. Vecinos que afirman escuchar risas de niños en la oscuridad la noche. Cosas que cambian de lugar, muebles que se mueven y que se encuentran tumbados sin que nadie haya accedido a esas salas. Manchas y figuras extrañas que aparecen en lámparas y en distintos lugares.
Un edificio conflictivo en sí mismo. Incluso por problemas con los guardias de seguridad, que no querían hacerse cargo de este lugar, se optó por eliminar la vigilancia humana y dar paso a la tecnología. Un caso todavía sin resolver que probablemente, todavía dé muchísimo que hablar.
Las apariciones del fantasma de “Andresito” nos lleva al corazón de Gasteiz, a la delegación estatal de Hacienda situada en la calle Olaguíbel. Según numerosos testigos, en este edificio mora el espíritu de un niño conocido como Andresito. En 1991, un periódico local dio cuenta de las primeras “apariciones en Hacienda”, hecho que, tal y como recuerda Enrique, fue motivo de bromas entre los vecinos de la capital alavesa.
“En aquella época había un grupo de vigilantes jurados que inspeccionaba el edificio por las noches y sus rondas dieron lugar a muchos testimonios”, asegura. Los hubo sencillos, en los que una puerta supuestamente cerrada aparecía abierta o una lámpara en teoría apagada quedaba finalmente encendida. Aquello se achacó a despistes y a la impresión que los techos altos, las amplias estancias en penumbra y el ambiente un tanto tétrico del lugar producen de noche, pero los sucesos continuaron.
Una noche de 1994, uno de los vigilantes que se encontraba en el puesto de control vio pasar a dos figuras bajando por las escaleras. Un hombre de edad avanzada y un niño, ambos cogidos de la mano. Después de darles el alto y explicarles que no podían permanecer en el edificio de madrugada, el vigilante optó por dirigirse a la vecina comisaría en busca de ayuda, ya que los intrusos no le respondían ni prestaban la menor atención. De vuelta, agentes y vigilante registraron el recinto sin encontrar rastro alguno del abuelo o del nieto.
Según el testimonio del guarda, era materialmente imposible que hubiesen abandonado el lugar, cerrado a cal y canto, sin que nadie se hubiera dado cuenta. La leyenda urbana concluye asegurando que los responsables de la Hacienda estatal decidieron instalar videovigilancia para eludir este tipo de incidentes.
La imagen del niño volvió a materializarse en numerosas ocasiones tanto en corredores como en habitaciones o despachos. Lo extraño es que muchos funcionarios aseguraban haberlo visto pero nadie era capaz de aportar datos sobre sus rasgos físicos o indumentaria. Nada que permitiera identificarlo o ubicarlo en una época concreta. Para no alarmar a quienes se acercaban al edificio, los trabajadores renunciaron a hablar de “el fantasma” y bautizaron al supuesto espectro con el nombre de Andresito. Tal fue el éxito del apelativo que el inmueble pasó a denominarse, en la jerga del funcionariado, como “el edificio de Andresito”.
La historia olvidada de este edificio explica que sus cimientos se alzan sobre el antiguo convento de San Francisco, fundado en 1200. Por una serie de circunstancias de orden urbanístico que nadie acierta a explicar, fue demolido en los años 30. Tras 20 años de abandono, el solar fue finalmente aprovechado en los 60 para edificar la actual delegación estatal de Hacienda y su construcción dio origen a esta serie de fenómenos extraños. El único resto del antiguo convento es un arco de piedra que aún se conserva dentro del patio de manzana que da a la parte trasera de la delegación. Varios vecinos de esta manzana aseguran haber oído por las ventanas que dan a este patio común a un niño reír y correr de madrugada. En los terrenos del antiguo convento reposaban los restos de ilustres gasteiztarras como Olaguíbel o Landazuri y, en la Edad Media, un cardenal que se encontraba de visita por Álava fue nombrado Papa la noche que pernoctó en este lugar.
Los funcionarios de esa delegación, deberían hacer una peña con el nombre de Andresito, vender papeletas y con el beneficio costearse un ghost tour.
ResponderEliminar;-)
Siempre un placer pasar a visitarte!! Gracias por compartir!!
ResponderEliminarRecibe un cálido y relajante abrazo
Beatriz