Los macarras del barrio y sus botas de punta de acero

Esta es la historia, acontecida en Madrid, de una de las típicas pandillas de macarras, y de cómo su afán por demostrar su presunta hombría acabó con ellos en el hospital...Ofrecemos la reconstrucción de los hechos según la declaración del propio conductor del camión:
"A los macarras del barrio les gustaba ir de machotes intimidando a la gente y repartiendo alguna que otra galleta cuando el número de posibles victimas era reducido. La cuestión es que la moda de las punteras de acero en las botas estaban en auge en aquella época, así que tenían un curioso juego: cada vez que un coche pasaba a su lado metían el pie bajo la rueda y esta le pasaba por encima sin, por supuesto, hacerles el más mínimo daño."

Debía de ser bastante divertido pues lo repetían con asiduidad. Los conductores y pasajeros de los veículos no se atrevían a decirles nada. Ya sabían como se las gastaban esos niñatos. Pero una noche, cuando volvían de borrachera al barrio, la gracia les salió cara. Caminaban por la calle derribando a su paso cubos de basura y papeleras con sus bonitas botas mientras esperaban ver pasar algún coche para hacer la gracieta de marras.

 De pronto a los cinco energúmenos se les iluminó la cara. A pocos metros un camión de basura arrancaba para proseguir su ruta después de haber recogido unos cuantos cubos esparcidos por el suelo. Los cinco jóvenes se acercaron a la acera y plantaron el pie en el asfalto. La rueda del camión paso sobre cuatro de ellos mientras el quinto retiraba el pie a tiempo. Segundos más tarde, varios vecinos se despertaron al escuchar los gritos de los cuatro energúmenos. Había ocurrido: Sus punteras de acero habían cedido ante el tonelaje del camión. El conductor del camión se asomó por la ventanilla de la cabina del camión y después de ver el percal avisó a la ambulancia desde la radio.

Pasado un rato, una ambulancia recogió a los cinco gamberros y los llevó al hospital. Una vez allí los medicos tardaron casi cuatro horas en quitarles las botas. Dos de ellos acabaron mutilados perdiendo los 5 dedos del pie derecho. Otro perdió tres dedos mientras que el cuarto perdio sólo el dedo gordo puesto que las botas le venían grandes. Al quinto elemento tuvieron que reanimarle tras sufrir una bajada de tensión. A ninguno de los cinco se les volvió a ver por la zona.

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